Desde octubre de 2019 hasta febrero de 2020 tuve la enorme suerte de vivir y estudiar en Florencia, Italia. Una de las ciudades más mágicas en las que nunca he estado. 

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Recibí una beca Erasmus para estudiar en la Accademia di Belle Arti di Firenze durante un curso completo. Sin embargo, el Covid-19 tenía otros planes para mí.

A pesar de todo, pude disfrutar durante 5 meses de la auténtica vida italiana.  

Y fue apasionante.

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Tuve el privilegio de aprender de reconocidos profesores de pintura italianos, trabajar con ellos, y exprimir al máximo las posibilidades de esa academia maravillosa. Tuve al alcance de mi mano durante cada día de mi vida allí algunos de los museos más importantes del mundo, con una riqueza cultural y artística absolutamente incalculable. Visité numerosas ciudades de la Toscana y me empapé de su cultura, su forma de vida, sus paisajes envidiables y esa luz tan característica. Era imposible no caer rendida a sus pies. 

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Mi bagaje artístico ha crecido desde entonces de forma increíble. Incluso estando ya lejos de ese lugar de ensueño artístico, lo que esta etapa ha dejado en mí es impagable. Una experiencia que no deja lugar a las palabras y que no deja de hacerme crecer como persona y artista.

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Y es que Florencia vivirá para siempre en mí.

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