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Las pintoras del Impresionismo

 

Quiero compartir hoy una reflexión sobre las mujeres del Impresionismo. Las pintoras que trabajaron al lado de los grandes maestros, igualando o sobrepasando su talento, pero olvidadas una vez más en los libros de historia.


Unas mujeres que no solo se rebelaron dedicándose profesionalmente al arte, sino que se vincularon a un movimiento por entonces rompedor y escandaloso ante los ojos de la academia y la opinión pública. Fueron auténticas vanguardistas por partida doble.

Es especialmente interesante el juego de miradas que aparecen en muchas obras impresionistas del momento. Aparentemente inocentes, estas representan en realidad los roles de poder y dominación que regían la sociedad.


Los hombres han sido tradicionalmente los que han retratado a la mujer en el arte. No a la mujer como sujeto, sino como un ser pasivo y objetualizado por una óptica masculina y patriarcal. Las artistas por contra pintaban solo aquello que les permitían mirar: otras mujeres, niños, casi nunca hombres. Siempre escenas interiores o jardines. Lo único a lo que se les daba acceso.


Aquí ya entendemos como algo tan establecido como es la mirada era un privilegio que ninguna mujer poseía. A ellas no se les permitía vagar por las calles de París, ni convertirse en la figura intelectual que fue el flâneur en el siglo XIX: el hombre artista, escritor, pensador que recorre la ciudad en busca de inspiración.


Ser el sujeto de la mirada es lo que crea a un artista. La impresionista Mary Cassatt lo comprende y transgrede con su obra En la ópera, donde la mujer que pinta rompe los estándares y se convierte en sujeto de la mirada, al contrario de cómo se suelen representar las mujeres: en el punto de mira masculino. Aquí una mujer pinta a otra mujer en un doble acto de empoderamiento. El primero, el de ser artista. El segundo, el de retratar a una mujer que observa el mundo sin miedo. Sin embargo, Cassatt no era ingenua, y retrató magistralmente la sociedad en la que sabía que vivía. Al fondo de la obra, vemos como un señor observa a la protagonista, diciéndonos que incluso la mujer que toma las riendas de su vida, termina siendo observada, objetualizada y atrapada en la red patriarcal. Un juego de poder en el que el hombre gana.


Mary Cassatt - En la ópera(1878)

Mi recomendación de hoy en el libro La Revolución de las flâneuses de Anna Mª Iglesia en el que desarrolla con maestría este tema. Por supuesto os animo a descubrir a pintoras maravillosas como Berthe Morisot, Mary Cassatt o Eva Gonzalez.


Más allá de las dificultades, estas mujeres convirtieron aquello a lo que se les daba acceso, temas considerado menores, en pintura de primer nivel.


 



 

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